Frontera Laos – Camboya: manual para minimizar coimas

Nuestra experiencia

Mi padre tiene una frase de cabecera hacia cualquiera que empiece a manejar: en el tránsito, quien que se calienta, pierde. Querido viejo: hoy adapto tu histórico consejo como regla básica para hacer un trámite migratorio. Especialmente si se quiere cruzar la frontera Laos – Camboya: reino de las coimas y mafias organizadas con uniformes del gobierno.  

La durísima bienvenida a tierras camboyanas

Entre Laos y Camboya hay un único paso de frontera, muy cerquita de Cuatro mil islas, al sur de Laos. Por eso, la enorme mayoría de lxs viajerxs hace una parada para relajar en Don Det antes de estresarse con visas, oficiales y coimas varias.

Había leído tanto sobre este cruce fronterizo que todo parecía un gran deja vu. Disfrazados de “costos de sello” nos iban a intentar sacar unos dólares extra en las dos oficinas. Desde el principio me concentré en no perder la calma, porque sabía que cualquier paso en falso nos iba a perjudicar.

La primera misión era que nos sellaran el pasaporte de salida de Laos

—Dos dólares el sello —me dijo el oficial de barbijo y lentes oscuros, a pesar de estar bajo techo y con una ventanilla mediante.

—En el cartel azul de allá no dice nada sobre pagar dos dólares por un sello

—Son dos dólares —insistió el oficial sin mover un músculo

—Okey, mostrame un documento oficial que diga que tengo que pagar dos dólares y lo hago encantada

—No lo tengo —retrucó el oficial, con la sonrisa escapando por debajo del barbijo

—Buscalo tranquilo, no tengo apuro

—No lo tengo

—Hay un montón de cajones ahí atrás, capaz ahí lo encontrás

En ningún momento dejé de sonreír. Lxs dos sabíamos que ese papel no existía, pero entramos en un juego de tirar de la piola hasta donde el otrx aguante. La aduana estaba vacía y nosotras no teníamos ningún apuro, así que jugué esa carta a mi favor.

—Tranquilo, nos quedamos acá el tiempo que sea necesario.

Doblé las rodillas para dejar mi cara de lleno en el agujero de la ventanilla, inocente y sonriente. Él se empezó a incomodar y yo sentía que lentamente iba ganando la pulseada.

negociando con el oficial de turno
Nunca perder la sonrisa

Me sentía Santos en Los Simuladores, o El Profesor en La casa de Papel, cuando empecé la segunda etapa de la estrategia. “¿Tenés hijos? ¿cómo se llaman? ¿y qué edad tienen? ¿Qué vas a almorzar hoy? Si nos quedamos más rato vamos a tener que almorzar contigo. Nosotras solo tenemos galletitas, pero te compartimos”.

Harto de la sudaca parlanchina, finalmente estiró la mano para pedirnos los pasaportes. Los selló sin coima y dejando entrever varias sonrisas. Pueden estar preparados para la confrontación, tal vez hasta tienen un manual de cómo actuar frente a turistas enojadxs por una coima imprudente; pero rara vez se deben encontrar con una uruguaya que les ofrece galletitas para amenizar la discusión.

Los 200 metros que separaban con el lado camboyano los caminamos victoriosas, pero ahí la historia iba a ser diferente. Al entrar al edificio vimos dos parejas, una francesa y otra argentina, que discutían con los oficiales por el precio de la visa. Ya sabíamos que nos iban a querer cobrar USD 35 en lugar de los USD 30 oficiales.

El chico argentino estaba en la mala, hablando agresivamente, enojado y desbordante de violencia. Hasta pateó una mochila que había en el piso para potenciar su pose de macho rebelde. Ellxs no tenían la cantidad de dólares justa como nosotras o a la pareja francesa, así que ya arrancaban en desventaja.

Nuestro principal argumento era que no teníamos más dinero que los 60 dólares para la visa y 20 mil kips que nos habían sobrado de Laos (equivalente a USD 2.2). Esa era toda la coima que estábamos dispuestas a pagar.

Al principio me ignoraron. El tipo salió a caminar por el pasillo y yo me quedé sola en la ventanilla con los dos pasaportes y seis billetes de 10 dólares desplegados como boletos de lotería. Sabía que la paciencia era la clave en esto, así que me quedé acodada mientras el señor se desentendía de la situación.

pasaportes y dólares en la ventanilla esperando por el sello
La paciencia es clave

El voltaje subió cuando llegó un ómnibus lleno de turistas y no tuve mejor idea que ponerme a bloquear la ventanilla. Varios gritos se cruzaron con las miradas confundidas de quienes acababan de entrar a la oficina.  No tenía intención que alguien perdiera el bus, pero sabía que ese era el único momento en que podía hacerme escuchar. La cosa se empezó a caldear y Mer me dijo de sentarnos un rato a esperar que se calmaran. Por un momento me olvidé que confrontando no íbamos a llegar a ningún lado, pero por suerte estaba Mer para refrescarme la memoria.

La pareja de argentinxs, viendo que tal vez perdían el segundo ómnibus y el oficial no tenía ningún interés en negociar con ellxs, decidieron pagar los USD 35 cada uno. En un acto de pura y descarada venganza, el agente migratorio les rechazó el billete de USD 100 que sacaron arrugado y sudoroso del bolsillo de seguridad que va debajo del pantalón. Era obvio que de alguna manera les iban a cobrar la manera en que los encararon.

Lxs franceses y nosotras nos mirábamos. Había que esperar que resolvieran la situación con el billete maldito y recién después podríamos ver como seguir. Teníamos el dinero justo y esa era una ventaja importante. Si venís con un billete de USD 100 no tenés chance de reclamar nada.

Estábamos sentadas en la mesa donde se llenan los formularios para la visa cuando finalmente uno de los señores se acercó. Nos pidió el pasaporte y la plata que tuviéramos. Efectivamente era una cuestión de paciencia. Logramos bajar la coima de USD 10 a USD 2, sumado a los USD 4 del lado laosiano, nos ahorramos 12 dólares de 14 posibles.

pasaporte con visa de camboya
Costó pero la conseguimos: bienvenidas a Camboya

Consejos prácticos

Llevar la cantidad de dólares justa. Si van desde Don Det pueden hacer cambio de dólares en el banco de Nakasong. No aparece en Google Maps, pero por la calle principal, casi enfrente a la terminal de buses, hay un banco que abre a las 9 am.

Ofrecer algunos kips que te queden de cambio de Laos para llenar el ojo y darles a entender que algún esfuerzo estás haciendo. Nosotras les ofrecimos 20 mil por las dos.

Armate de paciencia y nunca pierdas la calma y el sentido del humor. Quienes se enojaron y los encararon con violencia, salieron perdiendo.

Explicales que buscaste información en internet y en la página de Turismo no dice nada de USD 5 por el sello.

No te preocupes por el bus. Tienen todo arreglado con el dueño del único restorán que hay cerca. Mientras lxs rebeldes se pelean, aprovechan para venderles el almuerzo a lxs demás.

Mostrales la billetera vacía, incluso dáselas. Obviamente cualquier billetito que te quede por la vuelta guárdalo antes en otro lado.

Identificá cuándo es momento de no insistir. En nuestro caso, fue Mer la que se dio cuenta que teníamos que sentarnos a esperar que se calmaran y al final vinieron directo a nosotras para darnos la visa.

Evaluá costo – beneficio. Nosotras de verdad viajábamos con un presupuesto acotado y ahorrarnos USD 12 entre las dos era una diferencia. Es una decisión personal y no hay respuestas correctas, pero desde ya, sabé que para ahorrarte las coimas vas a tener que pasar varios momentos complicados.

También podés sacar la e-visa para evitar problemas y discusiones. Lo que no te vas a ahorrar es dinero, porque sale USD 36, pero si tenés ganas de pasar como perico por tu casa, es una buena opción.

Cruzar la frontera haciendo autostop

Para viajar haciendo autostop en Laos y Camboya hay que tener muchísima paciencia. Nosotras hicimos todo el cruce a dedo, desde Don Det hasta la primera ciudad grande de Camboya: Stung Treng, pero no fue para nada fácil.

En Don Det nos tomamos el barquito hasta Nakasong (15 mil kip cada una). Desde ahí caminamos una hora hasta la ruta y estuvimos otra hora esperando en el caliente asfalto. Alguien me dijo que esa es la frontera menos transitada del mundo. No tengo idea la veracidad de esa información, pero no me sorprendería semejante reconocimiento.

Mer y la ruta vacía
El panorama era desolador

Después de todas las peripecias que ya relaté, logramos salir de la aduana con la visa en nuestros pasaportes. Desde ahí hasta el poblado camboyano más cercano son 10 kilómetros de absolutamente nada. Empezamos a caminar por la sequísima ruta sin la mínima esperanza de que alguien nos levantara. Pero una vez más el Dios Rutero estaba ahí para cuidarnos.

A lo lejos empezamos a divisar tres tractores que venían lento (muy lento) pero a paso seguro. Los tractores de esta zona son bastante exóticos, como inspirados en las motocicletas choperas con un manubrio larguísimo que hace difícil la maniobra en espacios reducidos.

Con las mochilas a cuestas, empezamos a hacerle señas al primero de los tractores, que venía desbordante de tejas violetas. Con una sonrisa incrédula, el chofer logró frenar el extraño aparato. Una vez que llegamos al pequeño poblado fuimos directo a almorzar. Cuando regresamos a la ruta, una pick-up blanca ni nos dejó acomodar las mochilas a la sombra de un árbol que ya nos estaba haciendo lugar en la caja, y nos llevó derecho a Stung Treng.

Travesía superada: hola Camboya

arriba del tractor, primer autostop de camboya
El tractor y la familia salvadora