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DeMente con Mochila

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Category: Asia/Brunéi/Guías prácticas

Visa para Brunéi: que no te gane la burocracia

Posted On July 4, 2019January 19, 2020 By admin

Para ser un país tan chiquito y poco visitado, tiene unas regulaciones migratorias bastante rigurosas. Pero si estás por Borneo vale la pena hacer el esfuerzo con el trámite de la visa y pasar unos días por tierras del Sultán Muda Hassanal. La única nacionalidad latinoamericana que puede entrar a Brunéi sin necesidad de aplicar a Leer más

Ahora estoy en:

¡ Australia !

Después de 10 meses viajando por el Sudeste Asiático llegó la hora de volver a Australia para engordar la billetera y seguir rodando. Tal vez el mejor lugar donde podría haberme quedado varada por el COVID. Todo parece indicar que me voy a quedar acá hasta que el mundo vuelva a algo parecido a la normalidad y me permita volver a viajar libremente.

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En las redes

dementeconmochila

Franca Levin | 🇺🇾🌏
Si la Franca de la playa nudista me sorprendió, ésta ni les cuento. 

Soltar, abrir, sentir y sentirse. Cortar la rosca y que las emociones fluyan. Esas que durante años, o tal vez una vida entera, me dedique a esconder y ningunear. Hacer todo eso y ver que pasa. Aceptar la incertidumbre, convivir con ella, soplar a bosta los prejuicios. Armar y desarmar, ensayo y error. Cambiar la receta, salir de lo conocido, de lo que sale de memoria. Vivir el presente sin la nostalgia del pasado o la ansiedad del futuro. Identificar lo que quiero y necesito. Comunicarlo en tiempo y forma. Cuidarme primero para cuidar al resto.

El 2020 me dejo un montón de aprendizajes pero también tarea. Todavía queda, pero en eso estoy. Mientras tanto, que haya mimos con siestas y siestas con mimos 💚
No lo planifiqué, pero tampoco le saqué el culo No lo planifiqué, pero tampoco le saqué el culo a la jeringa. Cuando empezó el camino de tierra tenía bastante claro a dónde me llevaba. Había leído que por la vuelta existía una playa nudista y ese camino disfrazado de equivocado era una pista muy fácil: solo quien está muy segurx del destino es capaz de seguirlo. Llegué al parking y la cantidad de autos me tomó por sorpresa. Me imaginaba una playa desierta, con alguna pareja metiéndose al agua de la mano y en todo caso un viejo sentado en la orilla intentando pispear carne joven. 

Toda la vida tuve altos traumas con mi cuerpo. En el club me bañaba con la cortina cerrada y esperaba que el vestuario se vacíe o me refugiaba en un rincón para cambiarme. Más de un año viajando con Mer y nunca me despeloté delante de ella. Ir a una playa nudista jamás estuvo en mis planes y solo imaginarlo me daba un rechazo vomitivo y con escalofríos, casi al mismo nivel que pensar en una invasión de serpientes venenosas en mi cama. Sin embargo, cuando leí el cartel informativo, la sonrisa sincera me tomó por completo y una voz interior me empezó a comer el bocho: “dale Franca, dale que es ahora, dale que estás sola”. 

Me fui para donde había menos gente y sin pensarlo demasiado me saqué el bikini. En algún punto volví a sentir la picardía de cuando era niña y después de mandarme una cagada esperaba agazapada el rezongo de mis padres. Pero ellxs nunca aparecieron y el rezongo imaginario se fue con las pocas nubes que quedaban en el horizonte. Me bañé en el mar helado y dejé que cada parte de mi cuerpo sienta el ida y vuelta de un océano que no conoce de traumas, mandatos, presiones o cuerpos hegemónicos. 

La vuelta a casa tuvo un sabor especial. Me sentí más liviana y libre. Como si en la arena hubiese dejado otros paquetes, más pesados y simbólicos que una malla. Lo tomo como otro eslabón de un proceso de sanación que vengo haciendo hace rato, pero cuando se visibiliza de esta manera hasta me sorprendo de mi misma. 

Esta versión de Franca 2021 se las trae.
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#travel #travelphotography #travelblogger #blogdeviajes #femalesolotraveler #discoveraustralia #discovervictoria #nudebeaches #instatravel #travelgram
Me costó muchísimo hacer el movimiento: contacta Me costó muchísimo hacer el movimiento: contactar al grupo, mandar un mensaje, organizar el tiempo para ir a una práctica, vestirme acorde, caer en hora, presentarme torpemente y empezar a trotar en la arena como si tuviera 78 años y cuatro operaciones de cadera arriba. Sin embargo, una vez que me paré debajo de los tres palos, sabía que estaba en el lugar correcto. 

Cuando decidí dejar mi vida en Uruguay, asumí que se terminaba cualquier actividad rutinaria y en esa bolsa entró el deporte. Con algunos baches de rebeldía adolescente, jugué al handball entre los 8 y los 27 años. Pasaron equipos, campeonatos ganados y perdidos, algún viaje de selección que nadie sabe por qué carajo fui, un montón de amistades e infinitas anécdotas. La vida viajera no admite compromisos a largo plazo ni grupos de pertenencia, pero de repente entendí que ya no estoy viajando: para bien o para mal, hace rato que estoy instalada en Melbourne y pretendo seguir así hasta que el mundo permita viajar libremente otra vez. De repente, tenía la oportunidad perfecta para volver al primer amor. 

Sabía que lo extrabaña, lo sentía en el cuerpo cada vez que miraba algún partido  o veía fotos en las redes, pero hasta ayer no había razonado cuánto lo necesitaba. Había una Franca en pausa desde el 2017: una Franca que se calienta si le hacen un globito, se engrana con la rival de turno hasta que le tapa un mano a mano, goza cada pelotazo en el muslo o el antebrazo, luce como trofeo los moretones con forma de pelotas y se auto-putea como Gastón Gaudio jugando al tenis cada vez que se morfa un cañito, pero ante todo entiende que el circo termina con el límite de la cancha. 

Todavía estoy con la timidez propia de la recién llegada, encima extranjera y que no conoce a nadie, pero tengo fe que poco a poco me voy a ir soltando. Pobres pibas, no tienen idea el paquetito de locura que les vino desde Uruguay 😂
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Levanté la cabeza y el fogonazo de una estrella m Levanté la cabeza y el fogonazo de una estrella me hizo parpadear varias veces. Un poco por la sorpresa y otro tanto para rápidamente elaborar un deseo. 

Mi hermano me preguntó si me había ido a los Grampians de retiro espiritual. Si caminar, perderme, manejar bordeando precipicios, leer, escribir, saltar vallas, juntar leña, mutar con el fuego, subir montañas, bañarme con un balde, estar sola, escuchar mi cuerpo, darme lo que necesito, recapitular lo aprendido, hacerme cargo de los errores, perdonarme, pensar mucho, conectar con mi deseo, amigarme conmigo misma, reforzar mis sueños y renovar mis proyectos es un retiro espiritual, entonces sí, es exactamente lo que hice. Acampar bajo un cielo inundado de estrellas fue el escenario ideal para zambullirme en mis pensamientos. Y aunque fui en busca de respuestas y volví con el doble de preguntas, lo tomo como parte del proceso. 

Aprovechando que la segunda estrella fugaz quedo registrada en una foto, se las dejo por acá para que ustedes también le pidan algo. El mío es corto y claro: por un 2021 en que seamos más amigues de nosotres mismes.
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A veces investigamos, buscamos opciones y encontra A veces investigamos, buscamos opciones y encontramos tremendos lugares para visitar. Y está demás. Pero otras veces, que para mi tienen una pizca especial, son los lugares mágicos los que nos encuentran a nosotres. Que se nos cruzan en el camino sin que nadie les diga donde pararse. 

Después de dos días haciendo lo que toda muchacha de bien debería hacer en el Parque Nacional Grampians, es decir, subir al Pinnacle (foto anterior), bajar a las Makenzie Falls, dar una vuelta por el lago Bellfield, ver un atardecer en Reeds & The Balconies y hasta sentir lástima por la pobre (y seca) cascada Silverband, necesitaba dar un giro. 

Ayer agarre el auto y enfile para el norte sin tener idea que me podía esperar. Más de media hora por un camino de tierra donde a duras penas crucé dos autos fueron suficiente para despertar a los demonios internos que me atomizaron con un coro de “¿¿Donde carajo te estas metiendo?? ¡¡Loca!!”. Ya extrañaba ese miedo tan dulce de lo desconocido, la incertidumbre y el no esperar absolutamente nada. 

Después de subir un cerro muy parecido al Pan de Azúcar (pero sin la cruz arriba), y pelear contra serpientes que solo estaban en mi cabeza dije “ya que estoy acá, hago otro sendero corto”. De casualidad empecé a subir un monte sin la intención de llegar a la cima porque se me estaba haciendo tarde y no tenía mucha agua. Pero vieron como soy, alcanza que la cosa sea medianamente hermosa como para que deshaga mis planes y me tire de cabeza a la aventura. 

Si es lindo me gusta, si es difícil me encanta, pero si además es desolado y no tengo idea que me puede esperar arriba, ¡me vuelve loca! Así fue como subí al Monte Stapylton, regulando las pocas gotas de agua en un día de 40 grados y ni una nube, con el cosquilleo en la panza que extrañaba tanto y la confianza de que iba a ser fantástico. 

Ya en la bajada, con la pared de piedra a mi derecha y el valle frente a mis ojos, me subió el llanto. Pero no de angustia ni de miedo, sino de emoción. La más pura, ingenua y noble emoción de sentirme feliz con tan poco. A la ruta hay que ayudarla para que nos sorprenda, pero que lindo que es cuando lo logra. 
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#grampians #grampiansnationalpark
Necesitaba esto. Necesitaba la respiración cort Necesitaba esto. 

Necesitaba la respiración cortada, el pecho empapado en transpiración y la sonrisa ensanchándose por cada metro ganado. Necesitaba perderme en un monte, entender tiempo después la intención de los carteles y sentir que camine dos horas al pedo. Necesitaba reírme del alambrado marcando EL lugar para la foto donde la gente hace cola un rato largo y sacar alguna igual o mejor en el pico de al lado, sin ningún cartel advirtiendo de su belleza. Necesitaba estar en lugares que me devolvieran el asombro y la fascinación, que me sacudan la modorra de la vida rutinaria en Melbourne y me regresen al modo viajera. Necesitaba convivir con mis olores sin preocuparme a quien estoy incomodando, y solo bañarme (y pagar por la ducha) cuando el cuerpo me lo pida. Necesitaba obsesionarme con el fuego a pesar de no tener ni un pancho para tirar a las brasas e irme a acostar con el inconfundible perfume de un asado que no fue. Necesitaba despertarme con el cantar de los pajaritos, o en su defecto, con algún bebé llorando algunas carpas más allá. Necesitaba hacer caca en un baño seco, lavarme los dientes con agua de lluvia y que al terminar, la luna me guíe hasta la carpa. Necesitaba hacerme amigui de Ragnar, Lagertha y toda su tropa de hijos de familia ensamblada, y colgarnos a hablar fuerte cada vez que voy al baño. O del veterano de al lado que está acampando con su hija adolescente y se pasan horas discutiendo de libros, política y preguntas existenciales. Necesitaba estar sola, conmigo y con mis pensamientos, enredarme en discusiones interminables con mi consciencia o pasar a las carcajadas por las pelotudeces que hago, pienso o imagino. 

Necesitaba amigarme un poquito conmigo, y que mejor que venirme una semanita a acampar a los Grampians. 
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#grampians #grampiansnationalpark #discoveraustralia #discovervictoria #femalesolotraveler #solotravelers #mujeresviajeras #mujeresnomadas #backpacker #vivirparaviajar #viajarparavivir #travelblogger #travelphotography
Leí el asunto del mail y se me congeló el pecho. Leí el asunto del mail y se me congeló el pecho. Por un segundo me olvidé de lo que estaba haciendo, pensando y puteando (porque si, ayer empecé el día puteando). Hasta que en medio del tsunami de emociones recibí un mail con el asunto: “tus resultados de ADN están listos” y el día dio un vuelco de 180 grados. 

Muy poquitas personas sabían que me lo había hecho y probablemente ese mismo secreto alimentó la expectativa y también los miedos. ¿Y si gaste al pedo y no me dice nada que no sepa? ¿Y si  todo es un verso? ¿Y si me dicen que no se pudo analizar la muestra porque cuando escupí en el tarrito acababa de tomar un mate y la muestra se había arruinado? ¿Y si...? 

Varias confirmaciones y alguna que otra sorpresa, como esas pizcas que se colaron de Irlanda, Francia o hasta norte de Africa. ¿En qué momento se dieron esos cruces? ¿Cuantas historias guardamos en nuestro ADN? De repente empecé a viajar con barcos de inmigrantes, aventuras prohibidas, hijes no reconocidos, esclavitud y juegos de poder. 

Miré el mapa de resultados y se pareció mucho a mi wishlist viajera. Tal vez hice esta movida buscando una excusa para viajar a Irlanda, empezar a investigar sobre posibles primos lejanos en Ucrania o golpearme el pecho cuando digo Uruguay nomá. En un país construido por inmigrantes, ese 5% me llena de orgullo. 

Si nos metemos en nuestra historia, las fronteras se desdibujan y las nacionalidades se vuelven difusas. Y aunque ya sabía muchas de estas cosas, hoy me siento un poquito más ciudadana del mundo. 

#origenes #dnatest #ancestry #viajeinterior #viajealpasado #travel #travelblogger #adn
“¿Como te sentís manejando con les niñes hast “¿Como te sentís manejando con les niñes hasta Canberra y volviendo al día siguiente?”
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El mensaje me tomo por sorpresa el lunes pasado y rápidamente se sumó a la lista de “cosas que nunca hice y no se si me animo pero mándale cuete”. A veces me cuesta decir que no, otras me motivan los desafíos y cada tanto es una mezcla de las dos cosas. Lo primero que hice fue escribir en Google Maps “Canberra” y abrir los ojos bien grandes ante los 700 km de ruta que me esperaban. Probablemente ese espanto sea un complejo de uruguaya: si logras meter esa distancia en el paisito es porque lo atravesaste de sur a norte. Y para mi, para nosotres les orientales, 700 km es un montón. 

Nunca había manejado tanto sola. Es más, nunca había hecho ruta como única conductora. Tomando todas las precauciones posibles por la sencilla razón de ir con dos pibxs ajenos en el asiento de atrás, enfilamos hasta Canberra el jueves y lentamente los miedos fueron quedando de lado. 

Después de depositarlos en la casa de la abuela y dormir en la mansión de Bel Air por una noche, al día siguiente aproveché que andaba sin apuro de volver y me pegue una vuelta por el Namadgi National Park. Canberra es la capital de Australia pero casi que aplica la categoría de ciudad fantasma. El parque está a 40 minutos de la ciudad y estaba vacío. Lago, cascada, montaña, bosque: un festival de naturaleza solo para mi. 

A veces los viajes se planifican y otras te toman así, por sorpresa y sin demasiado convencimiento. Pero una vez más me sirvió para derribar algunos miedos, reencontrarme con el viaje en soledad y reafirmar que me llevo muy bien conmigo misma. 
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Y ya de paso, estrenar la cámara nueva #sonya7riii que es un 🔥🔥
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A seguir ruteando 🙌🏽
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#canberralife #australia #discoveraustralia #aussiesummer #travel #travelblogger #travelgram #instatravel #mujeresnomadas #mujeresviajeras #femalesolotraveler
En mi cerebro de hermana menor por amplio margen, En mi cerebro de hermana menor por amplio margen, cumplir 30 siempre fue el campanazo de la vida adulta. Vi a cada une de mis hermanes atravesar la barrera de la triple decena con la carcajada que la impunidad adolescente me permitía. Les vi casarse, tener hijes, comprar casas, adoptar mascotas, cambiar autos y crecer profesionalmente. Con elles como espejo, referencia y admiración, fui proyectando una vida similar. Sin embargo, con los años entendí que ese molde no me calzaba. Como un zapato que, aunque te traigan mil talles distintos, nunca vas a caminar cómoda. 

Hoy los 30 me agarran en la otra punta del mundo, alquilando una habitación minúscula en una casa compartida, con el título de profesora archivado en un cajón y dos mochilas capaces de cargar todos mis tesoros. Sin casa, pero con la capacidad de armar nido en cualquier lugar. Sin familia, pero con un grupo de gente hermosa que me acompaña en todas, acá y a la distancia. Sin carrera, pero con el horizonte lleno de sueños por cumplir. 

El camino es espinoso, traicionero y hasta frustrante, pero vale la pena cada raspón. Mi único deseo en esta vuelta al sol es seguir haciéndole caso a lo que quiero y no a lo que se supone debería estar haciendo. Parece simple, pero debe ser lo más difícil que me propuse en toda la vida. 

No tengo idea la fecha ni el contexto en que escribí lo que está en la foto, pero me parece brillante. Lo único de lo que podemos estar segures es que, efectivamente, en algún momento me iré a morir. Y tal vez, justamente por eso, estoy viviendo de esta manera. 

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Un poquito de mi

Franca Levin

Soy de Uruguay, un rincón de Sudamérica donde las personas nacemos con termo y mate abajo del brazo. Hice todo lo que se esperaba de mí: estudiar, recibirme, hacer un posgrado, irme a vivir sola y trabajar un montón. Hasta que un día me pregunté si la vida era eso, o no existiría otra forma. A fines de 2017 tomé una decisión que cambió mi vida por completo: cancelé el alquiler, vendí mis cosas, renuncié al trabajo y saqué pasaje para el otro lado del planeta. Después de un año viviendo en Australia, y otro tanto viajando por el Sudeste Asiático, ahora estoy nuevamente en tierra de canguros para engrosar la billetera y los sueños de una vida nómade.

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