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DeMente con Mochila

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Category: Estados Unidos/Guías prácticas

Consejos para andar en bicicleta en Nueva York

Posted On June 11, 2019July 7, 2019 By admin

Andar en bicicleta en Nueva York es una experiencia super agradable, especialmente porque Manhattan y alrededores son bastante llanos y bien cubiertos de ciclovías. En este artículo te voy a contar todo lo que necesitas saber para andar en bici en esta ciudad increíble.  Ventajas de moverte en bici ¿Por qué es mejor moverte en Leer más

Ahora estoy en:

¡ Australia !

Después de 10 meses viajando por el Sudeste Asiático llegó la hora de volver a Australia para engordar la billetera y seguir rodando. Tal vez el mejor lugar donde podría haberme quedado varada por el COVID. Todo parece indicar que me voy a quedar acá hasta que el mundo vuelva a algo parecido a la normalidad y me permita volver a viajar libremente.

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En las redes

dementeconmochila

Franca Levin | 🇺🇾🌏
El rompecabezas del 2021 estaba casi pronto. Falta El rompecabezas del 2021 estaba casi pronto. Faltaban detalles para cerrar un contrato de secretaria en la clínica médica de ex-jefes y, al tratarse de un sector crítico para el gobierno australiano, me garantizaba un año más de visa en tierra de canguros. Iba a seguir trabajando de niñera pero agregando algunas responsabilidades en la clínica, aumentando mi sueldo y manteniendo las comodidades del auto, heladera a discreción y mate todas las mañanas. Hasta que un viernes de noche recibí un mail: “Al final no podemos hacer el contrato, espero puedas solucionar tu visa de otra manera”. 

Una mano despiadada destrozó el puzzle cuando estaba a punto de colocar la última ficha. No me quedó otra que renunciar al laburo para buscar algo en un sector crítico (agricultura, procesamiento de comida, salud, cuidado de niñes o ancianos en instituciones) y así despedirme de todos los privilegios. 

Esta última semana fue sin trabajo ni propuestas, con la cuenta regresiva de una visa a punto de expirar y resolviendo fallas de un auto recién comprando. Además, como si me faltaran preocupaciones, a 15 mil kilómetros de distancia abrían a mi viejo en un quirófano para tunearle el corazón. 

Paveando en Facebook descubrí que buscaban gente para un trabajo que dejé en Uruguay hace 3 años. ¿Que me quería decir el universo? ¿Era tiempo de volver? 

¡No!

Todavía no. Y la respuesta fue tan firme que me hizo eco en todo el cuerpo y las soluciones empezaron a llegar. Conseguí trabajo en un matadero, que califica como sector crítico, entonces la visa está resuelta. El gordo viene recuperándose como si fuera un pibe de 20 años y el arreglo del auto está encaminado. 

Volví a abrazar el mantra que acuñé cuando recién empezaba a viajar: tarde o temprano todo se soluciona. Y mientras tanto, bienvenidos sean los puzzles.
El 5 de marzo del 2020 aterricé en Melbourne par El 5 de marzo del 2020 aterricé en Melbourne para mi segundo año de Work & Holiday. A las pocas semanas se declaró oficialmente el Estado de Emergencia por el Coronavirus y cerraron las fronteras. La primera ola fue más suave que en otras latitudes y en mayo las restricciones empezaron a suavizarse. Sin embargo, a mediados de julio un brote peor que el inicial trajo un confinamiento aún más estricto. Los siete meses que llevo viviendo en Melbourne* están indefectiblemente atravesados por la limitación de movimiento.

1 - #WorstNannyEver

El internet laosiano era más inestable que el dólar en Latinoamérica y naufragué en el intento de tener una entrevista decente por Skype. Cerré la computadora sin un gramo de expectativa y me fui a ver el atardecer al río Mekong. Mis ojos no daban crédito cuando a las pocas horas recibí un mail que decía: “queremos contratarte de niñera”. Faltaba un mes para pisar Australia y ya tenía trabajo. No lo supe hasta mucho tiempo después, pero aquella tarde de febrero en Luang Prabang sellé mi suerte para el resto del 2020...

———> Para seguir leyendo, link en bio <——-

* El primer borrador de este texto fue en octubre 2020 en el marco del taller #DesafiosViajeros que dictan  @losviajesdenena y @anikovillalba. Decidí respetar la temporalidad, aunque lo esté publicando varios meses después.

**Se mueren muertes con el dibujo eh, sigue pegado en la pared de mi cuarto y lo AMO. Representa mucho de mis primeros meses en Australia. Ahora capaz habría que agregarle algunas cosillas más 

***Si les copo la idea del mapa subjetivo, Aniko es la fucking ama y tiene uno de Biarritz que es hermoso. Es uno de los capítulos de su libro “El síndrome de París”

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“Your typewritter hums” decía un pasaje del “Your typewritter hums” decía un pasaje del texto de Lorrie Moore que estaba leyendo el viernes. No pude seguir la lectura. Esas tres palabras fueron un flechazo directo al pecho: “quiero una máquina de escribir” logré balbucear. Enseguida me miré el tatuaje del brazo izquierdo y todo cobró sentido. “No, no quiero una máquina de escribir: la necesito”. 

PUM PUM PUM – La descarga

Hay algo casi violento en escribir a máquina. La fuerza de cada dedo determina qué tan bien impresa queda la letra sobre el papel y el laburo mecánico lleva a tener todo el cuerpo comprometido en el proceso. Escribís con las manos, pero también con los brazos, la espalda, el abdomen y el cuello. Termino los primeros renglones y siento los dedos acalambrados y doloridos, la espalda entumecida y los hombros sosteniendo el peso de las palabras. Sin embargo, algo parecido al alivio me circula por el cuerpo. Como cuando ando en bicicleta cantando a los gritos, atajo un pelotazo en un partido de handball o hago un treking exigente, al rayo del sol y con poca agua. Dolor físico, adrenalina y descarga confluyen en una forma particular de placer. 

PUM PUM PUM – El hilo invisible

En la máquina de escribir las palabras viajan por una carretera cercana al plano concreto. De la mente a los nervios de la mano, que empujan la tecla, que mueve la palanca, que imprime el papel. Y ahí queda, negro sobre blanco, concreto, real, legible y sin vuelta atrás para que te hagas cargo de su contenido. 

PUM PUM PUM – El recuerdo

Es la banda sonora de mi infancia. El instrumento de trabajo de mi madre. El juguete que daba a luz la magia de las historias. “¿Así se hacen los libros?” era una duda recurrente de mi niñez.

Dice mi madre que lo primero que supe escribir fueron “malas palabras”. No me sorprende, pero tal vez ahora puedo seguir con las “buenas”...
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ORACIONES PARA VOLVER A VIAJAR Viaje nuestro que ORACIONES PARA VOLVER A VIAJAR

Viaje nuestro que estas en la espera,
Santificado sea tu itinerario,
Venga a nosotres tu check-in online,
Hágase migraciones a tu voluntad,
En Australia como en Panamá,
Danos hoy,
Las fotos instagrameras de cada día;
Perdona nuestros gastos en tecnología,
Como también nosotres perdonamos 
Cuando nos quieren estafar con un tour,
No nos dejes caer en la tentación de las agencias de viajes
Y libera las fronteras de una maldita vez. 

Amén.
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Christian volanteó y la puteada me quedo en la p Christian volanteó y la puteada me quedo en la punta de la lengua. 

- ¿¿¿Qué pasó???

- ¡Mira! ¡Un koala!

- Nooo, imposible. Los koalas están arriba en los árboles, no caminan al costado de la ruta. 

Pero antes de siquiera terminar mi argumento bien armadito del libro “Cómo son las cosas en Australia” tuve que cerrar la boca y darle la razón al muchacho. ¡Un koala! ¡Caminando al costado de la ruta! No lo podía creer. 

Ver koalas en la naturaleza no es tan fácil como esperaba antes de venir a Australia. La primera vez que viajé por la Great Ocean Road logré espiar a algunos mientras dormían o comían en las copas de los árboles, pero jamás había visto uno tan de cerca. 

Que genuina, pura y simple que es la felicidad cuando veo un animal en su hábitat natural. Me daban ganas de apretujarlo como un peluche y llenarlo de besos, pero me contuve. El tipo (o tipa, no sabría distinguir género acá) siguió caminando tranqui, me miró, cambió de perfil, se arrimó a un árbol cercano, subió unos metros, se quedó mirándonos desde ahí un rato y después siguió de largo hasta perderse en las alturas del eucalipto. 

Definitivamente los koalas están en mi podio de animales preferidos. Porque son peludos, gorditos, con cara de buenos, duermen todo el día y son excesivamente fotogénicos.

Algunos datos que estuve investigando en estos días: 

📉 Quedan cerca de 80.000 koalas en Australia 

⚠️ En 2019 la Fundación Australiana del Koala lo declaró “funcionalmente extinto”

🔥 Está situación empeoró mucho con los incendios del año pasado

😴 Duermen cerca de 20 horas al día 

🌿 Su alimento consiste en las hojas de eucaliptos: medio kilo por día. 

⚖️Al nacer miden dos centímetros y pesan un gramo. 

🔋Son marsupiales, así que completan su crecimiento en la bolsa de la madre hasta los 5 o 6 meses. 

⚰️ Viven hasta los 18 años (aprox)

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Si la Franca de la playa nudista me sorprendió, ésta ni les cuento. 

Soltar, abrir, sentir y sentirse. Cortar la rosca y que las emociones fluyan. Esas que durante años, o tal vez una vida entera, me dedique a esconder y ningunear. Hacer todo eso y ver que pasa. Aceptar la incertidumbre, convivir con ella, soplar a bosta los prejuicios. Armar y desarmar, ensayo y error. Cambiar la receta, salir de lo conocido, de lo que sale de memoria. Vivir el presente sin la nostalgia del pasado o la ansiedad del futuro. Identificar lo que quiero y necesito. Comunicarlo en tiempo y forma. Cuidarme primero para cuidar al resto.

El 2020 me dejo un montón de aprendizajes pero también tarea. Todavía queda, pero en eso estoy. Mientras tanto, que haya mimos con siestas y siestas con mimos 💚
No lo planifiqué, pero tampoco le saqué el culo No lo planifiqué, pero tampoco le saqué el culo a la jeringa. Cuando empezó el camino de tierra tenía bastante claro a dónde me llevaba. Había leído que por la vuelta existía una playa nudista y ese camino disfrazado de equivocado era una pista muy fácil: solo quien está muy segurx del destino es capaz de seguirlo. Llegué al parking y la cantidad de autos me tomó por sorpresa. Me imaginaba una playa desierta, con alguna pareja metiéndose al agua de la mano y en todo caso un viejo sentado en la orilla intentando pispear carne joven. 

Toda la vida tuve altos traumas con mi cuerpo. En el club me bañaba con la cortina cerrada y esperaba que el vestuario se vacíe o me refugiaba en un rincón para cambiarme. Más de un año viajando con Mer y nunca me despeloté delante de ella. Ir a una playa nudista jamás estuvo en mis planes y solo imaginarlo me daba un rechazo vomitivo y con escalofríos, casi al mismo nivel que pensar en una invasión de serpientes venenosas en mi cama. Sin embargo, cuando leí el cartel informativo, la sonrisa sincera me tomó por completo y una voz interior me empezó a comer el bocho: “dale Franca, dale que es ahora, dale que estás sola”. 

Me fui para donde había menos gente y sin pensarlo demasiado me saqué el bikini. En algún punto volví a sentir la picardía de cuando era niña y después de mandarme una cagada esperaba agazapada el rezongo de mis padres. Pero ellxs nunca aparecieron y el rezongo imaginario se fue con las pocas nubes que quedaban en el horizonte. Me bañé en el mar helado y dejé que cada parte de mi cuerpo sienta el ida y vuelta de un océano que no conoce de traumas, mandatos, presiones o cuerpos hegemónicos. 

La vuelta a casa tuvo un sabor especial. Me sentí más liviana y libre. Como si en la arena hubiese dejado otros paquetes, más pesados y simbólicos que una malla. Lo tomo como otro eslabón de un proceso de sanación que vengo haciendo hace rato, pero cuando se visibiliza de esta manera hasta me sorprendo de mi misma. 

Esta versión de Franca 2021 se las trae.
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Me costó muchísimo hacer el movimiento: contacta Me costó muchísimo hacer el movimiento: contactar al grupo, mandar un mensaje, organizar el tiempo para ir a una práctica, vestirme acorde, caer en hora, presentarme torpemente y empezar a trotar en la arena como si tuviera 78 años y cuatro operaciones de cadera arriba. Sin embargo, una vez que me paré debajo de los tres palos, sabía que estaba en el lugar correcto. 

Cuando decidí dejar mi vida en Uruguay, asumí que se terminaba cualquier actividad rutinaria y en esa bolsa entró el deporte. Con algunos baches de rebeldía adolescente, jugué al handball entre los 8 y los 27 años. Pasaron equipos, campeonatos ganados y perdidos, algún viaje de selección que nadie sabe por qué carajo fui, un montón de amistades e infinitas anécdotas. La vida viajera no admite compromisos a largo plazo ni grupos de pertenencia, pero de repente entendí que ya no estoy viajando: para bien o para mal, hace rato que estoy instalada en Melbourne y pretendo seguir así hasta que el mundo permita viajar libremente otra vez. De repente, tenía la oportunidad perfecta para volver al primer amor. 

Sabía que lo extrabaña, lo sentía en el cuerpo cada vez que miraba algún partido  o veía fotos en las redes, pero hasta ayer no había razonado cuánto lo necesitaba. Había una Franca en pausa desde el 2017: una Franca que se calienta si le hacen un globito, se engrana con la rival de turno hasta que le tapa un mano a mano, goza cada pelotazo en el muslo o el antebrazo, luce como trofeo los moretones con forma de pelotas y se auto-putea como Gastón Gaudio jugando al tenis cada vez que se morfa un cañito, pero ante todo entiende que el circo termina con el límite de la cancha. 

Todavía estoy con la timidez propia de la recién llegada, encima extranjera y que no conoce a nadie, pero tengo fe que poco a poco me voy a ir soltando. Pobres pibas, no tienen idea el paquetito de locura que les vino desde Uruguay 😂
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Levanté la cabeza y el fogonazo de una estrella m Levanté la cabeza y el fogonazo de una estrella me hizo parpadear varias veces. Un poco por la sorpresa y otro tanto para rápidamente elaborar un deseo. 

Mi hermano me preguntó si me había ido a los Grampians de retiro espiritual. Si caminar, perderme, manejar bordeando precipicios, leer, escribir, saltar vallas, juntar leña, mutar con el fuego, subir montañas, bañarme con un balde, estar sola, escuchar mi cuerpo, darme lo que necesito, recapitular lo aprendido, hacerme cargo de los errores, perdonarme, pensar mucho, conectar con mi deseo, amigarme conmigo misma, reforzar mis sueños y renovar mis proyectos es un retiro espiritual, entonces sí, es exactamente lo que hice. Acampar bajo un cielo inundado de estrellas fue el escenario ideal para zambullirme en mis pensamientos. Y aunque fui en busca de respuestas y volví con el doble de preguntas, lo tomo como parte del proceso. 

Aprovechando que la segunda estrella fugaz quedo registrada en una foto, se las dejo por acá para que ustedes también le pidan algo. El mío es corto y claro: por un 2021 en que seamos más amigues de nosotres mismes.
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Un poquito de mi

Franca Levin

Soy de Uruguay, un rincón de Sudamérica donde las personas nacemos con termo y mate abajo del brazo. Hice todo lo que se esperaba de mí: estudiar, recibirme, hacer un posgrado, irme a vivir sola y trabajar un montón. Hasta que un día me pregunté si la vida era eso, o no existiría otra forma. A fines de 2017 tomé una decisión que cambió mi vida por completo: cancelé el alquiler, vendí mis cosas, renuncié al trabajo y saqué pasaje para el otro lado del planeta. Después de un año viviendo en Australia, y otro tanto viajando por el Sudeste Asiático, ahora estoy nuevamente en tierra de canguros para engrosar la billetera y los sueños de una vida nómade.

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