Durante seis semanas estuve en Bali, la isla más conocida y turística de Indonesia. Tal es el nivel de explotación internacional que muchos creen que Bali es un país en si mismo.
Mi viaje se dividió en dos momentos bien distintos. Primero estuve tres semanas haciendo housesitting en la tranquila playa de Sanur. Con una casa fija y sin explorar demasiado la isla, me dediqué a descansar y escribir.
Pasado el tiempo de cuidar a Kopi, llego la hora de salir a embarrarme a la ruta. Bajo la consigna “Bali Demente” me propuse un estricto presupuesto de USD 7 por día, obligándome a hacer dedo y alojarme con locales. Mucho más allá que un intento por ahorrar se trató de un medio para acercarme a la cultura local desde un lugar más genuino. Y vaya si fue increíble.