¿Sos mujer y tenés ganas de viajar a dedo, pero te llenaron de miedos? Tranqui, es normal, yo también estuve en ese lugar. Con esto no quiero decir que no haya riesgos, como en cualquier actividad de la vida, pero con cuidado y sentido común no debería pasarte nada. En este artículo quiero derribar algunas creencias instaladas sobre los riesgos de viajar a dedo siendo mujer y compartir los recursos que pongo en juego para sentirme más segura.
Viajar a dedo va mucho más allá que ahorrar unos pesos para cuidar el presupuesto mochilero. Obviamente significa un ahorro, pero la recompensa viene por otro lado. Algo de eso intento transmitir en el posteo ¿Qué es viajar a dedo? Si tu único interés es achicar el presupuesto, no estoy tan segura que viajar a dedo sea lo mejor.

Lo normal es que no te pase nada
Rompamos el primer mito: cuando cuento mis experiencias geniales viajando a dedo, lo primero que escucho son cosas como: “vos porque tenés suerte”, “tenés un Dios aparte”, “que raro que no te pasó nada”, y cosas así. La gente tiende a proyectar sus propios miedos, especialmente sobre experiencias que nunca vivió. Después de viajar a dedo sola durante casi dos años y leer experiencias de compañeras por todo el mundo, te puedo asegurar que lo normal es que no te pase absolutamente nada y la experiencia sea increíble.
¿Significa esto que estás libre de cualquier riesgo? Para nada, como tampoco estamos libres que nos pase por arriba un conductor alcoholizado o que nuestra ex pareja nos reviente a piñas. El principal lugar donde las mujeres somos violentadas es dentro del hogar o en entornos conocidos (un ejemplo personal de abuso sexual podés encontrarlo en La mochila invisible), así que dejemos de paralizarnos frente a lo que el exterior tiene para ofrecernos.
Es normal que tengas miedo, porque desde niñas nos meten en la cabeza que es peligroso hablar con extraños. Sin embargo, la enorme mayoría de la gente quiere ayudarnos, conocernos, saber de nuestra cultura, enseñarnos de la suya o aprender palabras en nuestro idioma. Al viajar a dedo vas a descubrir una dimensión totalmente nueva y gratificante del viaje.

Pero como te decía más arriba, romper este mito no significa que estemos libres de cualquier riesgo, y por eso tenemos que desarrollar recursos para cuidarnos y siempre escuchar nuestra voz interior. La regla número uno para hacer dedo es efectivamente querer hacerlo: no sirve si te obligas, no sirve si te sentís insegura y no sirve si la vas a pasar mal.
Recursos para cuidarnos
La mayoría de las veces sigo estos consejos para sentirme segura, pero no porque me sienta amenazada o bajo algún riesgo. Lo importante es hacer lo que sea necesario para estar cómodas y sentirnos bien, nadie nos va a cuidar mejor que nosotras mismas.
1- Empezá por trayectos cortos: ir a un pueblo a 30km o 50km. De esa forma no vas a estar mucho rato en el vehículo, pero lo suficiente para ir perdiéndole el miedo y ganando confianza.
2- Evitar las ciudades grandes: este es un consejo para viajar a dedo en general, hombres y mujeres. Salir de una ciudad grande a dedo es difícil, lo mejor es tomarnos un transporte público hasta las afueras y ahí si empezar la aventura.
3- Si estas viajando fuera de tu país, comprate una Sim Card con internet. Estar conectada es importante para tu seguridad y tranquilidad.
4- Una única vez sentí la necesidad de compartir mi ubicación en tiempo real a una amiga, pero si es algo que te hace sentir más segura hacelo sin dramas.
5- Si te parece que el ambiente lo habilita, sacate fotos con el/la chofer y subila a las redes con la ubicación. Yo lo hago naturalmente porque me parece divertido ir contando mis aventuras en tiempo real, pero tengo claro que también me da seguridad saber que en internet está la foto de quién me lleva y por dónde estamos.
6- Sentate siempre al lado de la puerta. Cuando te levanta un auto con varias personas adentro se puede dar que te hagan “sándwich”, pero está bueno evitarlo y ubicarte siempre al lado de la puerta.
7- Demostrá conocimiento de la zona y el mapa. Nadie te va a tomar examen de geografía, pero está bueno familiarizarte con el lugar, demostrar que sabés donde estás, a donde querés ir y por cuál ruta te conviene andar.
8- Verificá en tu teléfono que seguís la ruta deseada. Es importante que vayas chequeando ir por el camino correcto. Es tu responsabilidad saber dónde estás y por dónde es mejor que te dejen. De esta forma, si el/la conductor(a) se desvía de tu camino, podés detectarlo a tiempo y no tener que volver para atrás después.
9- Solamente subite a vehículos que te sientas cómoda. Si el auto para y no te inspira confianza, no te subas. Hay una voz interior que nos habla continuamente: escuchala.
10- Si en algún momento no te sentís cómoda, pedí para bajarte. Acordate que no le debés nada a nadie, si por algún motivo no te sentís cómoda pedí para bajarte. Nos pasó con Mer en Malasia que un señor manejaba muy rápido y sin ningún cuidado para rebasar autos, así que le pedimos que frenara en el medio de la ruta y nos bajamos.
11- Si lo sentís necesario, habla de tu pareja o invéntate una. En mi celular tengo un montón de fotos con mi amigo Vitto de cuando hicimos el viaje por Nueva Zelanda. Si siento que puede haber doble intención por parte del conductor, invento que es mi novio y les muestro fotos. Hasta ahora siempre ha sido un gran elemento disuasor de cualquier intención confusa.
12- Dentro del mundo de las mentirillas piadosas, podés decir que te están esperando amigues o tu pareja.
13- Hay chicas que se han mandado hacer alianzas falsas para simular estar casadas. En países donde una mujer adulta soltera es sinónimo de “puta” te puede ahorrar algún que otro problema, aunque estés en la vereda de enfrente de ese pensamiento.

La enorme mayoría de las veces me sentí una tonta por tener todas estas precauciones y al final del viaje estaba super relajada. De todas maneras, creo que está bueno primero prevenir para tantear el terreno y después, si amerita, bajar la guardia.
Más allá de todos estos consejos, lo más lindo de viajar a dedo es abrir el abanico de posibilidades a cómo seguir tu viaje. La primera vez que hice dedo sola fue en Australia y gracias a un señor que me levantó, descubrí un pueblo increíble del que quedé enamorada. En Filipinas pasé una noche con los dos camioneros más dulces del mundo y en ningún momento me sentí en riesgo. En Bali, un chico que me levantó me llevó a conocer a su padre y terminamos yendo todos juntos a la montaña. En Malasia, una pareja de musulmanxs nos invitó a quedarnos en su casa unos días. En Tailandia vivimos una experiencia increíble con una pareja de pescadorxs. Muchísimas veces me invitaron a comer, a conocer a sus familias o lugares especiales para ellxs.

Lo más importante es encontrar el equilibrio entre los cuidados y la apertura a nuevas experiencias, y ahí es donde entra nuestra voz interior. Algo adentro nuestro nos dice “mmm, no confíes mucho” o “dale para adelante”; escuchá esa voz y disfruta del camino.
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