18 de noviembre de 2023
casita del árbol a los pies del volcán Yasur
Isla de Tanna, Vanuatu.
Hola Fran,
Como el objetivo de esta carta es que la leas en un mal día, sea en un par de semanas, meses o años, ni siquiera voy a caer en la cordialidad berreta de preguntar retóricamente cómo estás. Ya sé, o me puedo imaginar muy bien, qué tan en la bosta te sentís. Tengo claro que cuando la angustia toca la puerta nos atraviesa como un sable por el medio del pecho.
También sé que te sentís perdida, probablemente muy sola y que todas las decisiones por delante te ahogan. No vengo a pasarte la mano por el lomo ni a intentar buscarle una salida a la situación. Primero porque no tengo forma de anticiparme a qué es lo que puede estar pasando, pero principalmente porque estoy segura que tenés a tus amigas al lado cumpliendo ese rol. Mi tarea, en cambio, es conectarte con algo que solo vos podés acceder aunque a veces parezca imposible.

Vengo a traerte al presente -sea cual sea- unos cuantos momentos de la felicidad más plena que sentiste. No es fácil tener tan claro lo qué te hace feliz, pero vos parece que sabés la receta de memoria y aun así te sorprendés cada vez que te sale bien. Cómo el asador que cada domingo repite en la mesa “che, no es por nada pero quedó tremendo”.
Es un poco banal decir que sos feliz de viaje, así que voy a intentar detallarlo un poco. Sos feliz encontrándote con la naturaleza en su versión más salvaje. Con el rugido de un volcán, la corriente de un río que te hamaca cual bebé en la mecedora, caminando por la selva o nadando entre peces de colores. Sos feliz conociendo gente que habla otro idioma y te comunicas por señas, probando comida que nunca viste en tu vida y desconocés el origen, riéndote a carcajadas con gurises que ni siquiera hablan, pero al minuto ya te agarran de la mano y te llevan de paseo. Sos feliz durmiendo con el mar de fondo, los grillos de la selva o un río golpeando en las rocas que retumba hasta en tus sueños. Sos feliz, obviamente, compartiendo lo que vivís, demostrando que feministas no son solo las que marchan un 8M, que se puede tomar agua de cañada y no cagarse parada, que tres tipos de noche pueden acercarse con la única misión de preguntarte si estás bien y que encontraste el país con más sonrisas per cápita del mundo. De alguna manera sos feliz compartiendo y contagiando tu propia felicidad, que rompa la pantalla y llegue del otro lado.

Quiero que sepas, además, que estoy orgullosa de vos. Orgullosa de que te la hayas jugado por lo que soñaste, que labures con tanto enfoque por un objetivo, que arriesgues cuando lo amerite y te cuides cuando lo necesitás. Orgullosa porque aprendiste a escuchar lo que te pide el cuerpo y el corazón, a encontrar el balance entre la aventura y la bajada a tierra introspectiva, a darte lo que necesitás sin esperar por otro ni por un mañana procrastinador. Ojalá ahí, en ese momento futuro de mierda, puedas mirar para atrás y reconocer tantos otros miles momentos de felicidad. Que el viaje por Vanuatu sea uno más de la colección. Pero sobre todo espero que no hayas perdido la capacidad de fascinarte con cada cosa que te pase. No des por sentada la sonrisa, aunque parezcan infinitas cuesta un montón llegar a la genuina.
Nosotras sabemos que casi no vengo, que un accidente laboral puso mi vida patas para arriba y el viaje a Vanuatu estuvo en suspenso hasta último momento. Que se me pasó la vida por la cara cuando podía haber perdido la mano o el brazo entero y tal vez por eso cada momento de felicidad ahora vale triple.
La tormenta ya pasará y la mochila va a estar siempre ahí, esperándote para cuando estés lista y sigas coleccionando sonrisas por el mundo.
Tu yo feliz del pasado.
You must be logged in to post a comment.