Qué obsesión tenemos por los aniversarios, ¿no? En realidad, da lo mismo si algo tiene 364, 365 o 366 días, pero el año completo nos genera una sensación de fuerza superior que vigila nuestras acciones, las juzga y nos obliga a hacer balances.
Hace exactamente un año daba a conocer el proyecto de DeMente con Mochila. Era loco, arriesgado, espontáneo, revelador y excesivamente expositivo. Todavía puedo sentir en el cuerpo la tensión previa a darle “publicar” al mensaje en las redes que anunciaba todo esto. Y sin embargo, un año después acá estoy: cada vez más segura, fuerte y confiada en este proyecto.
Pasaron demasiadas cosas durante este año. Para empezar, me fui de Dingo: lugar que me dio el tiempo y el espacio suficiente para devorarme todos los tutoriales sobre hostings, WordPress, escritura de viajes y cuanta cosa encontrara en internet. En aquel momento estaba estática, trabajando en el medio de la nada australiana, en algo que no me gustaba ni tenía perspectiva futura más que juntar dinero para seguir mi camino. Idear un blog de viajes desde ese lugar es cómodo y divertido, pero sostenerlo mientras estas efectivamente en movimiento fue un desafío que ni siquiera imaginaba.

Tres influencias claves
El quiebre a nivel escritura se nota: no editar los primeros artículos es una decisión consciente para dejar visible el proceso de crecimiento, que imagino (y espero) seguirá en aumento mientras continúe escriviajando.
Sin embargo, este camino no lo transité sola: hubo dos espacios claves en este proceso. Por un lado, Desafíos Viajeros: el taller de escritura dictado por Laura Lazzarino y Aniko Villalba, referentes absolutas de los blogs de relatos de viajes. El taller fue el equilibrio que necesitaba entre sensibilidad y rigurosidad, me conectó con los sentidos y las emociones al viajar, me dio un montón de herramientas de escritura y me llenó de confianza para poder vivir de esta manera.
La segunda pata fue a largo plazo: Mujeres Crónicas, un club de lectura anual coordinado desde Escritura Crónica sobre las mujeres contadoras de historias, invisibilizadas en el mundo literario. Lo que tal vez no esperaba, o por lo menos no con tanto impacto, fue el eje sobre la creatividad y el fuego interior para desarrollar nuestros propios proyectos. Mujeres Crónicas alimentó mis expectativas y me empoderó para seguir adelante.
El viaje fue marcando el ritmo del blog: la monotonía del desierto australiano, el comienzo turista en Filipinas, el descubrimiento familiar en Brunéi, el desafío #BaliDemente en Indonesia (que todavía no tuve tiempo de contar), el encuentro con Mer en Malasia, descubrir juntas Singapur y hacer camino en Tailandia, con un vínculo mucho más genuino con locales.
Pero en el medio de todo eso, semanas después de encontrarme con Mer en Malasia, publiqué La mochila invisible: un relato en primera persona sobre el secreto mejor guardado de mi vida… hasta ahora. Nada tenía que ver con los viajes, pero sí con las mochilas simbólicas y mi propio camino para contar historias; sentía que antes debía contar la mía. Fue tan duro como liberador y marcó a fuego la forma de enfrentarme al teclado de ahí en adelante.

Escribir para disfrutar
¿Qué sería de un balance sin algún ranking? Les quiero compartir los posteos que más disfruté escribir. No los que tuvieron más visitas o mejor funcionaron en las redes, porque esos los pueden buscar ustedes fácilmente y se imaginarán que son los más prácticos.
Estas son las cuatro historias que más gocé al escribir y compartir con ustedes a lo largo de este primer año.
Muchas veces creemos que el idioma es una traba para llegar más genuinamente a la comunidad local. Este día descubrí que hay otras maneras de empatizar y conectar a pesar de no tener un lenguaje en común.
Un texto diferente a los que venía escribiendo, con algunos pasajes de humor que disfruté un montón. Viajar también es poner en juego nuestras costumbres más incorporadas y hacerlas dialogar con los hábitos locales. ¡Que la rutina se haga aventura!
Ir a un partido de la NBA era mi sueño desde que aprendí a picar una pelota. Poder cumplirlo y tener el privilegio de que esta historia significara el final del taller Desafíos Viajeros, era todo lo que necesitaba para que este posteo quede en mi corazón por siempre.
A veces es solo cuestión de estar en el lugar y momento correcto para que nos pasen cosas increíbles. Visitar el Palacio del Sultán en Brunéi fue una de las experiencias más bizarras del año y escribirlo no podía ser menos.
Escribir para que sea útil
Un bloggero me dijo una vez: “están los posteos que nos gusta escribir y los que traen visitas”. Es verdad, las guías prácticas son las que el común de la gente busca, pero no por eso deben ser menos disfrutables. Estos fueron los tres artículos prácticos que realmente disfruté de escribir porque no solo son útiles, sino que los hice desde la experiencia y el corazón, con el único objetivo de ayudarte a vos a dar la vuelta al mundo.
Viajar a dedo siendo mujer sola es una decisión política. Nos quieren tímidas, sumisas y dóciles; pero acá estamos las rebeldes para hacerle frente al mandato y motivar a que más compañeras se animen a salir. Cada una lo hará desde el lugar que pueda, el mío es derribando varios mitos que existen sobre viajar a dedo sola siendo mujer, pero también compartiendo las medidas de seguridad que tomo para hacerlo con tranquilidad.
Viajar barato es clave para la mayoría de quienes queremos hacerlo como forma de vida. Mi (de)formación profesional como profesora de matemática y una tendencia obsesiva al orden, confluyeron en cierta facilidad para organizarme con el dinero y encontrar los puntos de ahorro más claros. Desde esa experiencia, resumí en este posteo los aprendizajes que me dio el camino.
Este año descubrí el sistema de Housesitting y no paro de recomendarlo. Básicamente se trata de alojarte gratis en casas locales a cambio de cuidar a la(s) mascota(s) que allí quedaron. Para mi, no solo significa una forma de ahorrar, sino también encontrar una pausa en la locura mochilera y, aunque sea por unos días, sentirme en un hogar nuevamente. Todo lo que sé sobre housesitting lo escribí en este posteo.
Escribir para sanar
No siempre escribimos desde la alegría, la motivación y el deseo de mostrar el mundo desde el rincón más bello. A veces vivimos o nos encontramos con historias llenas de frustración, dolor, angustia, miedo o cualquier otro sentimiento que no es precisamente disfrutable. Pero escribir desde ese lugar es sanador, no solo para quien hace catarsis sobre el teclado; sino probablemente también para vos, que de alguna manera te va a resonar. Estos tres posteos fueron difíciles de escribir, pero tremendamente sanadores.
Filipinas fue el primer destino del Sudeste Asiático y me recibió a las piñas: miedo, angustia y frustración era todo lo que sentía en esos primeros pasos. Ponerlo sobre papel me sacó la presión del pecho y ahora, al leerlo, casi que me da gracia (casi).
Cuando fui a Samoa, no imaginaba escuchar en primera persona un testimonio sobre el tsunami que golpeó al país en 2009. Mucho menos si se trataba de una mujer hablando sobre la muerte de sus dos hijes. Escribir su historia fue muy significativo y de una enorme responsabilidad.
Atravesar un duelo en viaje fue durísimo, pero la ruta me devolvió una experiencia inolvidable y hermosa. Escribir esta historia me removió todo lo que sentí en esos días y en parte fue volver a atravesar el dolor, pero desde un lugar mucho más reparatorio.
¿Dónde estaré en un año? ¿Qué será de este blog?
No tengo la menor idea, pero vayamos a descubrirlo.
Por un 2020 lleno de sueños por cumplir.
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