El infierno
Las imágenes son impactantes: lava, cenizas, chispas para todos lados. Es difícil a la distancia estimar la altura de la columna de fuego, pero parece superar ampliamente a la del volcán Villarrica. Suenan las alarmas en Pucón: hay que evacuar.
Diez meses después ahí estoy, firmado los papeles para hacer el ascenso al cráter, como si nada hubiera pasado. El volcán Villarrica es de los principales atractivos turísticos de la región de la Araucania. Ermin me cuenta que fueron los guías quienes presionaron para habilitar el ascenso al volcán, suspendido desde la erupción. Las consecuencias económicas serían terribles si el paso al volcán continuaba cerrado.
Preparados, listos, YA!
Hay que estar a las 6 de la mañana en la agencia, en el centro de Pucón. Tenía miedo de quedarme dormida, pero entre la ansiedad y los nervios desde las 5 que estoy despierta. Somos 12 en el grupo para 4 guías: uno de los tantos ajustes que tuvieron que aceptar para seguir trabajando, antes de la erupción el requisito era un guía cada 6 personas
En la base del volcán hay combis por todos lados: equipos verdes, rojos, amarillos. Los nuestros son naranja y azul. Cada agencia se identifica con un conjunto de ropa, por cuestiones de marketing, pero también de seguridad.
La primera parte del volcán puede subirse a pie o en aerosilla. Algunos fundamentalistas del montañismo se van caminando. Yo prefiero resignar unos dólares y guardar energía para después. Son las 8 de la mañana y hay que llegar al cráter del volcán antes de la una de la tarde. Otra de las nuevas reglas: los grupos que a las 13 hs no hayan llegado a la cima, deben regresar.
Es por seguridad. Acá estamos solos, hasta en helicóptero es difícil que te rescaten. Subimos y bajamos todos juntos, nadie se queda atrás.
Cuando Ermin dice juntos no se refiere únicamente a los 12 que vinimos con Pucón Aventura, sino a todas las agencias que están hoy. Serán competidores a la hora de conseguir clientes, pero en la soledad del volcán la hermandad va mucho más allá de los buzos de colores.

Desafiar tus propios límites
Obviamente aquellos que subimos el primer tramo en aerosilla llegamos antes al lugar donde empezaría la escalada propiamente dicha. Cuando llegan los demás pasamos a la charla de seguridad. En la agencia habíamos conversado sobre los preparativos de la mochila, cuánta agua y comida llevar, ropa adecuada, etc. Pero esto es incluso más importante: qué hacer ante un desprendimiento rocoso o un resbalón, cómo usar el piolet de apoyo en la escalada o en caso de caerse.

Uno y dos, uno y dos, uno y dos.
Ermin marca el paso. Siento que no puedo más. Miro hacia arriba y no se ve la cima, la vista alcanza hasta el filo. Así llaman los guías a la curvatura que tiene el volcán, que impide divisar el pico a medida que vas subiendo. Yo voy detrás de Ermin y sé que me está escuchando la agitada respiración. Me presta uno de sus bastones de ski para ganar apoyo.
La clave está en llegar hasta el filo. A partir de ahí vas a ver que el cuerpo te va a reaccionar diferente… una vez que divisas la cima.
No en vano hacen esto todos los días: fue llegar al filo y que todo cambiara, hasta el clima. Mucho más ventoso y frío, pero con el objetivo ahí, al alcance.

Seguimos camino y las piernas me andan solas, como si se hubiesen desconectado del resto del cuerpo y tuvieran una fuente de energía diferente. Cuando la sensación de cansancio empieza a crecer, basta mirar hacia arriba y ver la cima cada vez más cerca para recuperar fuerzas. Y se sigue, cueste lo que cueste.
Al cielo
Estamos a pocos metros de la cima y hay que parar. Llegó el momento más importante: ponerse las máscaras y dejar las mochilas. Vamos a subir los últimos 10 minutos sin cargas extra. Mi grupo fue de los últimos en llegar.

Tienen 5 minutos para estar en el cráter, más tiempo es perjudicial por el azufre.
Cinco minutos parecen injustos después de 6 horas llevando el físico al límite. Creo que le generé una mezcla de lástima y ternura a Ermin, porque me dejó tranquila 15 minutos para que siga delirando con el cráter y la vista inmensa. Tal vez en este tipo de situaciones es cuando mejor calza la célebre frase del Maestro Tabárez: el camino es la recompensa.

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